Unas mujeres discretas se hacen cada vez más visibles. Unas monjas nos llaman la atención con un mensaje de valores. Hoy en día no hay nada más revolucionario que esto en un mundo como el actual que prácticamente los ha abandonado, y que sin ellos hace de la mentira el programa político de los partidos y los gobiernos, de la avidez la el programa económico de los bancos y las grandes corporaciones, y del deseo programa vital de la gente común.
El mundo está en crisis porqué le faltan valores que
defender. Las religiones no han cumplido con su papel esencial, el de agitadoras
de las conciencias. Se han conformado con interpretar el sambenito que les
asignó Lenin: de opio del pueblo. Me parece agua de mayo la aparición de esas nuevas
monjas católicas capaces de propinar un bastonazo a nuestras conciencias con su
“¡ya basta!”. Tal como una madre lo dice a su hijo, después de tensa paciencia.
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Teresa Forcades. Lucía Caram |
La monja Teresa de Calcuta conmovió a todo el mundo con su piedad. Y muchas como ellas. Pero eso es lo “tradicional”, lo que se espera en una monja comprometida con su ideal. Pero es que las monjas de cuales hablo ponen de vuelta y media a las multinacionales farmacéuticas, dicen pestes del PP y de Rajoy, anatemizan los bancos que desahucian a gentes de sus casas sin piedad alguna, que piden una banca ética, un reparto equitativo de la riqueza y un amparo de los excluidos… y además, catalanistas independentistas. Básicamente, me refiero a Teresa Forcades y a Lucía Caram. Me declaro su admirador.
Lo religioso nace de nuestro propio interior. Ni nace, ni
muere con nosotros. Ya era, y seguirá siendo. Religión no es una jerarquía a la
que hay que rendir ciega obediencia. Religión es escuchar la enseñanza de los
grandes maestros de hombres y de mujeres… ¡y seguirla! Caram insistía a la
periodista que a ella sólo la guiaba la enseñanza de Jesús de Nazaret. Ahí está
la esencia.
La enseñanza de su Maestro la pregonan con sus hábitos
grises o blancos para que nadie se llame a confusión de quiénes son, en qué
creen y a qué causa se entregan. Me recuerdan a las jóvenes musulmanas que en
Europa insisten en llevar el chador en clase. Es su identidad íntima. La
bandera de sus valores. Quizá ahora las entendamos mejor y no las sigamos
considerando sometidas al machismo islámico. De machismo, como de
fundamentalismo, lo hay en todas las religiones que imitan a los poderes
mundanos y que hacen de la jerarquía y el sometimiento a los demás su razón de
existir.
Ser religioso es aprender a poner los valores como
barricada ante los abusos y afrentas de tanto aprovechado aforado e inmune. ¡Ya
basta!
Para defender los valores hay que poseer valor. Y esa es
la razón por la que la voz de esas monjas es la de los desheredados de esta
opulencia de cartón-piedra. Su determinación es el látigo contra lo inicuo. Su
moral es el bálsamo para la angustia de los desesperanzados. Su enseñanza:
recordar lo que realmente somos y no lo que nos hacen creer que tenemos que
ser.
Espero que el celo, o recelo, de ningún obispo celoso ni la
prudencia, o imprudencia, de ningún Papa les ordene cerrar la boca aludiendo a
su voto de obediencia. Sería la derrota de los pobres, los desconsolados y los
humillados.
Josep Manuel
Campillo
ENLACES
Entrevista a Lucía Caram en Telecinco
Entrevista a Teresa Forcades en TV3