martes, 18 de diciembre de 2012

Meditación en la cárcel de mujeres

Una experiencia única con internas de la prisión de Wad-Ras de Barcelona

"Espabilada como un lince". Dibujo realizado por
Ángela G., alumna del Taller de Meditación

Gracias por la paz que me aportáis, por el silencio”. Esta es la frase que más he oído de labios de las alumnas del Taller de Meditación para Presos en los diez meses que llevamos en el Centre Penitenciari de Dones de Barcelona (Wad-Ras). En una vida tan agitada como la que ha provocado su internamiento allí, la propia existencia en el interior de la cárcel, llena del “ruido” de amargura, encontrar un momento de sosiego es fundamental para la toma de conciencia del propio yo.


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Este proyecto no tendría sentido si antes no entendiéramos una cuestión fundamental, tal como la define Tenzin Gyatso, el Dalai Lama: la naturaleza humana es esencialmente compasiva y bondadosa. Si están allí, aquellas mujeres es por algo malo, es evidente, pero en la gran mayoría de ellas hay algo bueno en su interior. Cuando estás meditando con ellas te das cuenta de eso. Les miras a los ojos y lo ves. Entonces, ¿qué hacen allí? Evidentemente están encerradas por orden de un juez ya que cometieron un delito. Pero ¿qué es un delito? Más allá de toda consideración moral y ética, es sin duda una mala interpretación de nuestra conciencia y nuestra inteligencia que provoca un daño.

Una caña para pescar siempre

Claro que hay grados en los delitos, pero se eso ya se encarga la justicia. Los instructores de Meditación no estamos allí para juzgar nada ni a nadie, solamente ofrecer compasión, apoyo y compañía sin condiciones a personas que sufren (por lo que hicieron, por lo que viven y por cómo será su vida futura), y enseñar a meditar. Laozí decía, si a un hombre las das un pescado le aliviarás el hambre ese día, pero si le das una caña se la aliviarás para siempre.

Meditar es una caña de pesca para siempre. Enseñando a meditar mostramos un camino a través del cual las presas pueden desarrollar una mayor conciencia sobre ellas mismas, explorar el propósito de sus vidas, y hallar unas pautas nuevas que sean una vía real hacia la felicidad.

CP Dones de Barcelona
El poder de la mente es poderosa como una medicina: administrada correctamente sana, aplicada neciamente es un veneno. En nuestra mente sucede nuestro mundo. Por tanto, parece evidente que la mente deba gozar de algún trato específico que la mantenga en forma. Si somos capaces de someter a nuestro cuerpo a un entrenamiento, ¿por qué no hacerlo también con nuestra mente?


Zen: apaciguar en el silencio

El Taller de Meditación lo iniciamos en marzo de 2012, está inscrito en su calendario de actividades regulares semanales, y en él están participando internas del CP Dones de Barcelona. Las sesiones se organizan en el gimnasio de la cárcel siguiendo la pauta tradicional  de la Meditación Zen: una meditación sentada, una meditación andando y una segunda parte de meditación sentada. La sesión tiene una duración total de unos 75 minutos.

Las mujeres participantes valoran muy positivamente las sesiones, ya que les aportan calma y concentración. Tienen en muy alta estima los momentos que compartimos el silencio, un recurso más bien escaso en un centro penitenciario, donde las emociones se hallan muy a flor de piel y emergen en el gesto, la mirada o la voz.

A medida que las internas van profundizando en la práctica de la Meditación, y al apaciguamiento interior que le sigue, van alcanzado un mejor conocimiento de su interior, de su auténtica naturaleza, iniciando así un proceso de liberación interior que pasa por dejar emerger los pensamientos sin preocuparse por ellos, de si son buenos, malos, tristes, alegres, dolorosos o placenteros.

Aprender a ver las cosas por uno mismo

E-mail: trainingtorise@gmail.com
Hay mujeres que no son capaces de soportar ese conocimiento interior. Les pesa la cárcel y el cargo de su conciencia, pero también les duele su pareja, sus hijos, sus padres... Y más de una se ha levantado a mitad de la sesión con ansiedad. Ese miedo a conocerse uno mismo es lo que frena a mucha gente a iniciar una práctica de meditación. A los humanos nos horroriza conocer por nosotros mismos como realmente somos. Y si nos lo cuenta alguien extraño, echamos contra él nuestra ira. Por tanto, quien sabe superar ese estadio, se arma de valor y sigue, emprende un camino que no es otro que el de la verdadera liberación. Los barrotes no oprimen, lo que nos oprime es nuestra mente.

La Meditación Zen ahonda en un concepto muy en boga hoy día denominado “mindfulness” o “plenitud de conciencia”, y permite ir a ese interior propio oculto. Redescubrirlo. Ver las cosas por uno mismo. Mirar directamente la luna y no su reflejo en el agua, como decían los maestros antiguos. Tomar conciencia de uno mismo y, por tanto, aprender a andar de manera distinta. Saboreando la vida tal cual es. Aprendiendo a realizarla aquí y ahora, no posponiéndola para otra ocasión para la que nunca tenemos tiempo. La vida se pasa tan rápido…

Lo pasado ahí está y no se puede alterar. El futuro es inasible: quién sabe qué sucederá, cuándo y cómo. No se puede vivir del pasado, como tampoco se puede vivir soñando en el futuro. Lo realmente importante es el momento presente, que es el momento en el que tiene lugar nuestra vida. Actuando sobre el ahora y aquí es como podemos modelar no sólo nuestro futuro, sino asumir la vida que estamos viviendo aunque no nos guste y aprovechar los momentos que nos ofrece como momentos irrepetibles en los que alcanzar momentos de felicidad. Esto proyecta hacia adelante nuestra vida, y siembra una buena semilla que fructificará en el futuro.

Foto: sport3.com
Sólo sentarse

Aunque parezca mentira, si se es capaz de mantener esa actitud, incluso en la cárcel se puede hallar alegría y la realización de nuestra vida. Todo eso es lo que llega a enseñar una cosa tan sencilla como sentarse en el suelo sobre un cojín, respirar y dejar pasar los pensamientos.

La Meditación no es garantía de reinserción ni de que se conviertan en ciudadanos ejemplares y no cometan más delitos, pero algo distinto hay que hacer cuando sólo el uso del castigo no impide que se vuelvan a reproducir esos delitos.

Siempre me emociona que al finalizar nuestra sesión semanal de Meditación y despedirnos mutuamente con una leve inclinación de nuestro cuerpo, nos den las gracias por estar allí con ellas. Esa es nuestra mayor recompensa.

Josep Manuel Campillo
Director de Training to Rise

ENLACES:
Departament de Justícia de la Generalitat de Catalunya
Barcelona Actua
Prison Mindfulness Institute-Integral Transformative Justice (EUA)
Training to Rise

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